Calabacín a la plancha con jamón y cerezas

Calabacín a la plancha con jamón y cerezas

Receta saludable y casera de calabacín a la plancha con jamón y cerezas.

El jamón, sobre todo el bueno, combina con todo y se pueden hacer cientos de recetas con él, empleando vegetales con el fin de obtener platos saludables, que es lo que siempre nos interesa.

Es ideal para el verano, ya que se pueden preparar ensaladas frías o templadas como esta, usando productos de temporada del tipo del calabacín, el cual pasa por su mejor momento durante el verano, con las matas criándolos por decenas.

Ingredientes

Siempre que hablamos de los ingredientes, las cantidades son orientativas, pues depende de si vamos a comer después o de lo comilones que seamos. De todas maneras, para unas dos personas podemos necesitar lo siguiente:

  • 3 calabacines pequeños. Descartamos los grandes porque no los vamos a cocinar demasiado y no queremos que queden duros.
  • Alrededor de 15 cerezas, mejor si son ecológicas. Si no encontramos podemos utilizarlas de bote, aunque el plato no será tan saludable y sí más dulce.
  • 30 gramos de queso parmesano o de un queso duro y curado que tengamos a mano, como el manchego o el padano.
  • Aceite de oliva virgen extra (no nos sirve otro)
  • De 50 a 100 gramos de jamón ibérico.
  • La ralladura de un limón y su zumo.
  • 1 cucharada de café de miel ecológica de nuestra elección.
  • Unos pocos copos de cayena, o también podemos desmenuzar media con un cuchillo, machacarla en el mortero hasta que quede en polvo, etc.
  • Sal al gusto, siempre marina.

Cómo se prepara

Lo bueno de esta receta es que la preparación no puede ser más sencilla, puesto que aunque parece que hay muchos ingredientes, la elaboración no lleva más de unos minutos y lo que más tarda es hacer el calabacín.

Se puede servir tanto caliente como templada 

Aquí podemos cambiar la manera de servirla dependiendo de la época del año, caliente cuando tenemos tiempo frío o templada si el calor arrecia.

Solo hemos de recordar que el calabacín debe estar, al menos, algo tibio, pues la idea es que la grasa del jamón ibérico se derrita, aportándole un sabor espectacular al plato, y es que debemos reconocer que el calabacín no se caracteriza por su gusto intenso.

Así, comenzamos lavando bien el calabacín, ya que los vamos a pasar por la plancha con la piel. Si no hemos sido capaces de conseguir calabacines pequeños, sí que es mejor quitarles la piel, pues será muy dura.

Lavados ya los podemos cortar, en trozos anchos, y los ponemos con un poco de aceite a asar o freír en una sartén o grill, como prefiramos. La idea es tostarlos bien por fuera sin quemarlos con el propósito de que sigan manteniendo una buena textura.

Si los asamos, el plato será más ligero y adecuado como cena, además de tener menos calorías, pues el aceite aporta muchas.

Mientras los calabacines se van asando, cuidado con que no se quemen, es hora de preparar la vinagreta, la cual se hace mezclando el aceite de oliva, la ralladura del limón, su zumo, la cayena en polvo y algo de sal.

Existen varios métodos para emulsionarla, como batir con unas varillas, pero todo es mucho más sencillo si ponemos los ingredientes en un bote de cristal con tapa a rosca, cerramos y le damos un buen meneo.

En unos segundos se emulsiona la vinagreta que queda lista para repartirla desde el mismo bote, sin necesidad de manchar una cuchara más.

Cuando el calabacín está a nuestro gusto lo ponemos tal cual en el plato en el que lo vamos a servir, bien caliente o templado, y situamos las lonchas de ibérico encima de él, para que se derrita la grasa.

Las lonchas conviene que sean muy finas y más o menos del tamaño de los trozos de calabacín. A continuación, rallamos el queso, ponemos las cerezas y aliñamos con la vinagreta que hicimos en un paso anterior.

El plato queda así listo con la idea de servirse y conviene que lo comamos tal cual, pues no es apto para guardar en la nevera y consumir después, ya que perdemos el calor del calabacín, lo cual no nos conviene.

Se puede dar cualquier circunstancia que nos haga tener que guardarlo en la nevera. Eso lo podemos hacer si no ponemos el jamón y luego calentamos el plato unos segundos en el microondas con el fin de que el calabacín tome temperatura, colocando entonces el jamón.

Qué calabacines vamos a elegir

La elección del calabacín es importante y por eso hay que insistir en que sean los más pequeños que nos sea posible. Si tenemos la suerte de vivir en una zona rural es muy fácil obtenerlos en verano, al estar de plena temporada y las personas que los siembran no saben qué hacer con tantos, pues se trata de una planta muy productiva.

Hay que evitar los más grandes a toda costa, ya que están más duros y tienen muchas semillas, pero si no nos queda más remedio que usar un calabacín de este tipo emplearemos varios trucos.

Uno es pelarlo, con lo cual conseguiremos que quede más tierno, mientras que otro es ponerlo encima de papel de cocina y espolvorearlo con un poco de sal, perdiendo así agua que quedará en el papel.

Con esto ayudamos a que no suelte agua cuando lo pongamos en la sartén o en la plancha, obteniendo un resultado más crujiente.

Otra idea es cortarlo en trozos más pequeños, que se asarán mejor, y si de todas maneras vemos que es muy grande lo podemos freír un poco hasta darle color, siempre con un buen aceite.

¿Con qué tipo de jamón vamos a hacer la receta?

Hablamos del jamón ibérico en la receta, pero también se puede usar jamón serrano como este tipo, siempre que sea de calidad, olvidándonos del típico que venden al vacío en los supermercados y que está muy blando.

Como ocurre con todos los platos que hacemos, cuanto mejores son los ingredientes más rica estará al final la receta, así que conviene emplear un ibérico y si podemos que sea de bellota, que es el que más aroma y sabor va a soltar al calentarse por la acción de los trozos de calabacín.

Es obvio que a la hora de realizar esta receta no hace falta que compremos una pieza de jamón entera, de forma que quizá lo mejor sea adquirir un sobre de jamón ibérico, ya sea de bellota, de cebo de campo o de cebo, ya que traen la cantidad justa.

Si somos más de dos adquirimos un par de sobres, siempre recordando que hay que sacarlos de la nevera al menos media hora antes con la idea de que se pongan a temperatura ambiente, lo que va a facilitar separar unas lonchas que no queremos que se rompan.

Un buen truco es comprar la cantidad de loncheado justa con el fin de consumirla toda con la receta, pues lo cierto es que si dejamos el sobre abierto el jamón no tardará en adquirir una textura que no nos va a gustar.

También se puede emplear jamón serrano, que no tiene por qué ser malo y de hecho en el supermercado los encontramos de una calidad excelente.

Aquí buscaremos una pieza para que nos corten unas lonchas finas a máquina, o a mano si dan el servicio, y conviene que tenga algo de tocino en los laterales, pues hay que recordar que en los cerdos blancos la grasa se queda fuera y no se infiltra.

En el caso de que el corte sea a máquina, luego nosotros les daremos un tajo para dejar las lonchas con el tamaño adecuado, y le quitaremos la parte de fuera que está dura, pero con cuidado de no eliminar la grasa o al menos no toda, si queremos que se derrita.

Esto lo podemos hacer con un cuchillo fino, y si vamos a nuestra carnicería de confianza el carnicero lo hará por nosotros si se lo pedimos, ya que él tiene más práctica y los cuchillos adecuados, bien afilados con los que no se rompen las lonchas al retirar la grasa, algo que nos puede suceder en casa.

Cómo podemos deshuesar las cerezas

Un problema de esta receta son las cerezas, las cuales no se suelen vender deshuesadas. Es cierto que las podemos encontrar en botes sin hueso, pero con azúcar y van destinadas a los postres.

Es posible usarlas sin problemas, pero entonces añadiríamos hidratos a la receta y ya no sería tan saludable, aunque seguro que los más golosos agradecerían la presencia de algunas guindas como las que hay en las tartas.

Por suerte, conseguir las cerezas deshuesadas es sencillo, pues es algo que podemos hacer en casa con paciencia y en unos pocos minutos.

Venden un accesorio de metal que las deshuesa en un momento, pero si vamos a realizar esta receta una vez, no lo necesitamos y solo tendremos que hacernos con unas cuantas pajitas de las de los refrescos.

Si no las encuentras de plástico, porque las están retirando, puedes adquirir una de metal que te servirá durante mucho tiempo, y además es mejor para deshuesar las cerezas, puesto que no se van a deformar, aunque tengamos que sacar muchos huesos.

El truco consiste en insertar la pajita en la base de la cereza, que es el lado contrario en el que está el rabo que la une al árbol. Una vez que la clavamos con un golpe seco, solo hay que empujar con suavidad.

Cuando utilizamos pajitas de plástico nos daremos cuenta de que no tardan en doblarse o en estropearse, así que en cuanto nos percatemos de que la punta se deforma, la pondremos en la bolsa del reciclaje y cogeremos otra.

Verás cómo el hueso sale por la zona en la que estaba el rabo, dejando la cereza entera para que la podamos usar así o la pongamos en el plato cortada, picada, machacada o cómo queramos.

Los comensales ya no se encontrarán los huesos, lo que hace que comer sea mucho más cómodo y agradable para todos, al no tener que ver al resto de los invitados sacándose los huesos de la boca.

La primera vez que lo hagamos es normal que no consigamos extraer el hueso de alguna cereza, de manera que sería conveniente comprar más pensando en que se nos van a romper.

¿Se trata de una receta saludable?

Sí que se trata de una receta saludable, ya que en ningún momento estamos friendo y no hay alimentos ultraprocesados, de esos contra los que nos advierten los expertos en nutrición con toda la razón del mundo.

De hecho, si miramos la receta nos damos cuenta de que sus ingredientes son los que ahora se llaman “alimentos de verdad”, puesto que ninguno está procesado, ni siquiera el queso, pues si elegimos bien solo tendrá leche, sal y fermentos.

El calabacín y las cerezas son vegetales muy sanos y el jamón es una de las mejores fuentes de proteínas que existen, con una cantidad de calorías que no pasa de las 200 por cada cien gramos de producto o incluso menos si escogemos el serrano.

Lo mismo ocurre con el queso, así que el único problema podría estar en el aceite de oliva, que pese a que es una grasa muy saludable, es cierto que es muy calórica. Esto también pasa con la miel, un alimento natural, pero con muchos azúcares.

Con la miel y el aceite puede que no sea una receta apta para dieta, aunque si ponemos cantidades pequeñas no se van a notar mucho, puesto que se reparten entre los comensales.

De todas maneras, si queremos que el plato sea aún más saludable, se pueden eliminar estos ingredientes y emplear jamón ibérico en cualquiera de sus variedades, que contiene grasas que son mejores que las de serrano.

Hay que tener en cuenta que la receta no es más que una guía, que podemos ir adaptando a nuestras necesidades y gustos, de forma que es posible evitar el queso curado si no nos apetece o nos parece muy graso, emplear menos aceite, poner cerezas dulces si somos golosos, etc.