¿Por qué comemos torrijas en Semana Santa?

¿Por qué comemos torrijas en Semana Santa?

Las torrijas se han vuelto uno de los postres más cotizados durante la Semana Santa. Su sabor a canela y su pan blandito hace de este dulce uno de los postres más ricos para estas fechas. Pero, ¿ya te has preguntado de dónde viene la torrija?

Origen de las torrijas: una larga tradición 

Estamos en plena Semana Santa y seguro que ya has disfrutado o vas a disfrutar de unas buenas torrijas (de hecho, puedes encontrar una selección de recetas de torrijas clicando justo aquí). Pero, ¿Ya te has preguntado de dónde viene este famoso postre?

¿Te imaginas a Julio César comiendo torrijas? Pues, es muy probable que eso haya pasado ya que los romanos solían elaborar una receta muy parecida a la torrija actual. En efecto, la primera referencia escrita de las torrijas proviene de una obra de los siglos IV o V, un recetario en latín intitulado De re coquinaria, "sobre materia de cocina". La obra, que recolecta diversas recetas y trucos culinarios de la época, menciona en detalle la elaboración de este dulce tan popular hoy en día: una simple rebanada de pan que se echaba en la leche, se freía en aceite y se comía con miel. Habrá que esperar unos siglos antes de ver añadidos los ingredientes "modernos" como los huevos y el azúcar. 

En la Edad Media, se fue popularizando poco a poco este dulce en todo nuestro continente. En Francia apareció en el siglo XIV una nueva versión de este dulce, las "tostadas doradas" que darían lugar mucho más tarde a las famosas tostadas francesas. En efecto, según el famoso recetario Le viandier del reconocido cocinero francés Taillevant (1314-1395), esas tostadas se rebañaban en yema de huevo batido antes de pasarlas por la sartén y espolvorearlas con azúcar.  

¿Pero cuándo aparecen en España nuestras famosas torrijas? En nuestro país las torrijas o "torrejas" como se llamaban en aquella época, aparecen documentadas por primera vez en tiempo de lo Reyes Católicos, en un villancico del poeta Juan del Encina de su Cancionero "miel y muchos huevos para hacer torrejas", al parecer como plato indicado para las mujeres que acaban de dar a luz. El cocinero de Felipe II también mencionó en su libro de cocina, una receta de torrijas que consistía en pan mojado en leche, huevo, frito hasta que quedara un poco moreno, endulzado con almíbar o miel e espolvoreado con azúcar. Hasta Lope de Vega, uno de los poetas y dramaturgos más importante de nuestra literatura mencionó las famosas torrijas en una de sus obras dedicadas al patrono de Madrid, San Isidro Labrador, en la que uno de los personajes dice "Si haziendo torrijas andan, sera para la parida". 

En efecto, pareciera que las torrijas eran un plato que se regalaba a las parturientas por su gran aporte calórico y porque se pensaba que el consumo de leche ayudaba a que las mujeres pudieran producir más leche materna para sus recién nacidos. 

¿Por qué las comemos en Semana Santa?

Si el chute de energía que implicaba degustar las torrijas fue la razón por la que se les daba a las parturientas, también las hacía ideales para tiempos de escasez, y aún más porque su ingrediente principal es el pan duro de dos o tres días. Ideales también para épocas de ayuno, como la Cuaresma y la necesidad en esas fechas de buscar un alimento saciante y calórico que  aportaba energía para compensar los períodos de abstinencia y sin ofender las creencias. Hay quien dice también que se empezó a asociar las torrijas con Semana Santa debido a la necesidad de aprovechar el pan sobrante que, durante el tiempo en que no se podía comer carne, era menos consumido. Existe una última versión que dice que las torrijas de vino (como se solían preparar antes debido a la escasez de leche en los hogares más humildes) representaban la sangre y el cuerpo de Cristo y que por eso se consumían durantes estas fechas. 

Sea cual sea la "verdadera" historia de las torrijas, lo cierto es que al igual que otros productos de esta época, las torrijas se han asociado con la Semana Santa al tratarse de una elaboración que permite el consumo de dulces durante los tiempos de vigilia, como los buñuelos, el arroz con leche o las chulas gallegas. 

¿Cómo se preparan las famosas torrijas?

Aunque la torrija de leche parece haberse ganado hoy en día el puesto de "receta auténtica", cabe mencionar que existen una multitud de recetas: de las más antiguas y típicas como las torrijas de vino y las de miel, a las versiones más modernas que pueden llevar chocolate, café, caramelo, ser de pan brioche, pan corriente o pan de molde. Y si eres tan amante del coco como nosotros, aquí te dejamos nuestra receta preferida: la torrija de leche de coco

En cuanto a la elaboración de la tradicional torrija de leche, necesitarás un pan del día anterior, leche, azúcar, canela, piel de limón, vainilla, unos huevos y aceite de tu elección. Lo primero que hay que hacer es colocar en una olla la leche con el azúcar, la piel de limón, la canela y la vainilla y dejar cocinar hasta que hierva. Hay unos que solo le echan canela a la leche, pero te recomendamos que también le eches limón para que la leche quede mucho más sabrosa. Luego tienes que dejar enfriar la leche y colarla para solo conservar el líquido. Cuando esté hecho, bate los huevos y añade dos o tres cucharas de leche infusionada, vuelve a batir. Luego, corta el pan en rebanadas y báñalas en leche para que queden bien empapadas. Pásalas por el huevo batido y de ahí pásalas al aceite caliente para que frían durante unos minutos hasta que queden bien doradas. Una vez fritas, espolvorea azúcar por encima y un poco de canela mientras estén calientes para que se forme un delicioso almíbar. Última etapa: ¡chuparse los dedos con estas deliciosas torrijas! Con una bola de helado de vainilla, queda fantástico. Y si prefieres optar por una versión más sana, puedes acompañarlas de frutas como fresas, arándanos o plátanos o incluso hacerlas en el horno en vez de fritarlas.